Esta frase, sacada del inicio del libro de los Hechos de los Apóstoles, es posible que a algunos nos traiga resonancias misioneras. Máxime si os dijera que éste es el lema de este año para el DOMUND 2022. Pero se me hace que también es ideal para comenzar un nuevo curso pastoral, como el que estamos ya poniendo en marcha.

Porque, efectivamente, cada uno de nosotros estamos llamados a contar “lo que hemos visto y oído”. Si lo que has conocido de Dios, de su amor; de Jesucristo, el que dio la vida por nosotros para que tengamos una firme esperanza; del Espíritu que nos habita y acompaña y conduce en los momentos alegres y difíciles de la vida; si todo esto, y mucho más, como que vivir esta fe en familia, en Iglesia, es una garantía de fidelidad y perseverancia, de comunión que es amor compartido con los hermanos… Esto no puedes guardarlo para ti, sino que tienes que compartirlo con los demás, y eso es ser testigo del amor de Dios.

No digo que tengas que ser catequista y explicarlo a niños y adolescentes, aunque se agradece este trabajo que un grupo numeroso de miembros de nuestra parroquia realiza para transmitirles la fe. Tampoco te estoy pidiendo que seas voluntario/a de Cáritas, aunque sin lugar a dudas necesitamos refuerzo en nuestra Cáritas parroquial de Pedro Muñoz. Podrías también ser miembro del Equipo de Liturgia, y ayudar a que nuestras celebraciones litúrgicas sean más vivas y participativas. O bien entrar a formar parte de la Pastoral Familiar, para visitar a las parejas que reciben un nuevo miembro en sus hogares, o ayudar en los cursillos a los novios a prepararse para vivir cristianamente su unión en Cristo, o para organizar la gozosa celebración de las bodas de oro y de plata con los matrimonios que han hecho veinticinco o cincuenta años de casados…

¡Madre mía! Cuánta tarea, y más todavía, que podéis ver en la programación que se expone en las páginas siguientes, donde dar testimonio de nuestra fe y razón de nuestra esperanza, también aquí, cerca de nosotros, sin necesidad de salir lejos (que tampoco está mal si a alguien se le ocurriera compartir nos meses o unos años de su vida con los hermanos que están lejos, pero que necesitan nuestro apoyo, para conocer mejor a Dios, y para encontrar caminos de una vida más digna y mejor).

Y no me digas que esto no va contigo, que ya bastante tienes con tus asuntos, tus problemas, tu familia… Porque si estás leyendo esto es seguramente porque a ti la fe, la vida cristiana, la religión, te dice algo, te ayuda en tu vida. Pero ¿cómo la has recibido? ¿No ha sido porque otros te han hablado de Dios, te han preparado para los sacramentos, te ayudan a vivir mejor las celebraciones de la fe?

Pues venga, ahora te toca a ti. Contamos contigo. O, al menos, que en cualquier lugar donde te encuentres, siempre estés dispuesto a dar testimonio del amor de Dios que tú primero has experimentado.

¡Tú también eres Testigo!